Paseo de San Juan con Aragón

Al igual que en París, es la orilla izquierda la que mola en esta parte del barrio. El sol que ilumina las terrazas en los breves días de invierno, las bicis que circulan por el centro del paseo, y los perros que husmean los troncos de los plátanos gigantes demudados de sus hojas.
Cada diez metros han montado una nueva terraza. Cada cinco pasos han abierto un nuevo local. Cuesta decidirse por un nuevo espacio donde aparcar tus doloridos pies de caminante urbano.




El Café Boho está en la esquina de enfrente del local emblemático de la zona, la Granja PetitBo. Desde que ellos abrieron, la onda de la calle cambió. Ventanales enormes que se tragan la luz vorazmente. Rincones acogedores para almuerzos solitarios. Lugares en los que se trata de disfrutar de la pausa, del café, de la ensalada. 
 
 
 
 
Si los dos cuelgan el cartel de completo, y no fumas, y no te apetece sentarte en el banco a la espera de ese rayo de sol que acaricie tus mejillas sonrosadas, te propongo que sigas andando. Unos metros calle abajo te toparás con el CHICHA LIMONA.
 
 
 
 
Es amplio, como casi todos los bajos de finca señorial del Ensanche. Las mesas, de diversos tamaños, acogen a pequeños grupos y a una mezcla variopinta de residentes y turistas por igual. Es el local perfecto para sibaritas indecisos del dulce o salado.
En mi caso, cuando vi el pastel de queso en la barra, no lo dudé.
 
 


No se si siguen la receta japonesa, pero me doy con un canto en los dientes si no baten las claras como si fuera un espumoso merengue. Una vez pinchéis el tenedor, os daréis cuenta. Es para echarse a llorar de lo riquísimo que está. Y sí, os puedo confesar, con lágrimas en los ojos, que disfrutaréis de una textura increíblemente aérea.
Lectores y lectoras. Amantes de las delicias gastronómicas. Es genial zamparse una porción de pastel de ese calibre y sentirse completamente ligero o ligera.
 
Y como seguiréis caminando, ya que tras la pausa nos espera más ruta, en la misma manzana, a unos veinte pasos, en el número 76 del Paseo de San Juan, encontraréis el fabuloso mostrador de una de las panaderías tradicionales de ésta nuestra ciudad: EL FORN DE PA BERTRAN
 
Llevaros a casa una o dos ensaimadas, un pan de medio, un buen pedazo de coca. Se trata de probar y de disfrutar de lo auténtico, de lo típico, de lo catalán. Hacedme caso una ensaimada sabe a poco. Y si tenéis hijos lo agradecerán.
 
 

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